Gobierno sin corruptos 	CUANDO NO HAYA GOBIERNO

Gobierno sin corruptos CUANDO NO HAYA GOBIERNO

Marco Antonio Aguilar Cortés
Era un buen hombre, se llamaba Enrique Sánchez, alto, robusto, de amplio rostro, con pelo, cejas y bigote hirsutos, semi emblanquecidos por las canas; de vivir, tendría hoy 110 años, y por la década de los sesenta del siglo pasado fue síndico del Honorable Ayuntamiento de Morelia.

Por razones profesionales lo acompañé a la tenencia de Teremendo, y antes de que llegáramos a las encargaturas del orden de Coro Chico y Coro Grande nos aseguró: “En esas dos poblaciones no hay corruptos…”
A sus acompañantes nos dio gusto tamaño avance, y preguntamos qué se había hecho para obtener ese logro.
“Ya lo verán”, nos dijo.
Y cuando pasamos por esos pueblos observamos su destrucción, su abandono, en total soledad; y sentimos el peso del silencio y de la muerte, más cuando nos explicó que se habían asesinado entre ellos, y los pocos sobrevivientes habían huido, aterrados, fuera de Michoacán o del país.
No había corruptos porque no había humanos. ¡Qué verdad tan dolorosa!
El viaje de Morelia a Teremendo que ahora en helicóptero se puede hacer en cinco minutos, en aquel entonces por veredas lodosas y accidentadas se hacía en tres horas, cuando bien nos iba.
Así que la convivencia en ese vehículo de doble tracción nos permitió, a todos los pasajeros, cambiar impresiones sobre la corrupción, en vínculo con las mortandades provocadas por la ignorancia y la belicosidad de familias enteras contaminadas por los odios.
Yo leía por entonces la vida y obra del abogado y filósofo inglés Francis Bacon (1561-1626), quien llegó a ser canciller de Inglaterra, y tan dado a catequizar sobre la moral a todos los que le escucharan.
Una de sus obras sobresalientes, que a él le gustó ponderar, es su Ensayo sobre la moral y la política.
Sin embargo, su lengua y su pluma fueron más largas que su minúscula honradez, pues fue sometido a juicio por corrupto, probándole 28 cuantiosos sobornos.
Y Bacon alegó, a su favor, que su conducta no era corrupta, ya que en esos juicios se dejaba sobornar por todas las partes contendientes, y este equilibrio lo colocaba al margen de la inmoralidad.
Curiosamente (indultado) murió de neumonía, al estar llenando el interior de un ganso con nieve, para bien refrigerarlo.
He querido recordar este pasaje de mi vida: uno de los tantos viajes que hice de Morelia a sus tenencias, en aquellos ayeres; y advierto que siguen existiendo, al máximo nivel, políticos corruptos, pero muy defensores de la moral.
Presento un botón de muestra. El gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador ha reservado por cinco años los contratos de compraventa que ha hecho al adquirir diversas vacunas contra el covid-19.
Esas decenas de miles de millones dólares erogadas por México no tienen ninguna claridad ni transparencia.
Algún día se sabrá a ciencia cierta por qué se compra a través de la Secretaría de Relaciones Exteriores, y no por la Secretaría de Salud; por qué se triangulan tanto las adquisiciones, se compra en Suiza lo que se produce en China; por qué se compra a empresas fantasmas, inexistentes legalmente; por qué se sujetan esas compras a leyes y tribunales de Singapur, si ahí no hemos comprado nada; por qué le cuestan más esas vacunas a México que a los demás países.
Y el presidente afirma: “En mi gobierno ya no hay corrupción”, será porque ya no hay gobierno, como en esos pueblitos de Coro Chico y Coro Grande, en donde ya no había corruptos, porque ya no había población.

Opinión